EL ABUSO
La figura del abusón es una realidad que nos acompaña desde siempre. Desde la escuela y, en ocasiones, desde antes. El abusón es aquel que cree que lo puede todo porque es más fuerte, más violento, más primario; es el bruto que impone por la fuerza lo que no puede o no sabe lograr mediante la persuasión o la inteligencia. Es, en la mayoría de los casos, una persona frustrada, un pobre infeliz que siente no estar a la altura, que siempre está pendiente de la risa o la burla a sus espaldas.
El abuso siempre ha estado rodeado de secretismo y silencio. Desde quien en la escuela abusa y amenaza con represalias en caso de que su víctima lo cuente, el modus operandi se repite en cada etapa y situación de la vida: quien abusa de su pareja, de sus hijos, de sus empleados, quien utiliza una posición de superioridad para imponer por la fuerza su voluntad y evitar la denuncia ejerciendo la coacción. El abusador, por tanto, acaba acostumbrándose a la impunidad.
En fechas recientes hemos visto casos sangrantes. Una niña violada por varios adolescentes y cuya familia debe marcharse de la ciudad ante las amenazas de los delincuentes y la pasividad, inacción e incapacidad de las autoridades. El abuso no conoce fronteras, abarca desde el microcosmos de Badalona a las altas esferas vaticanas, llegando a uno de los hombres más poderosos del mundo: el expresidente Donald Trump. Aquel que con absoluta indecencia decía que cuando eres una estrella puedes abusar de una mujer sin problema, y que pasó de las palabras a los hechos sintiéndose intocable. Acaba de ser condenado por abuso sexual, pero lejos de suponer el fin de su carrera política, muchos le ven como favorito en las elecciones. Esto dice mucho más de la sociedad que lo permite que de quien comete el delito.
Luchar contra el abuso es una necesidad urgente que debe empezar en las escuelas, dotándolas de profesionales y medios para la detección del bullying. No se puede aceptar como una realidad lo que es una anomalía social y de convivencia; no se pueden perpetuar como válidos comportamientos que de reproducirse a lo largo de la vida, llegarán a formar un adulto disfuncional que trasladará a sus esferas sociales el comportamiento abusivo. De no hacerlo, el abusón que te esperaba a la puerta del colegio puede convertirse en el maltratador de su familia, en el sacerdote que viole y arruine la vida de miles de niños o en el hombre que mande a sus acólitos a asaltar el Capitolio.
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