ELOGIO DEL MEDIOCRE

No descubro nada nuevo si digo que en este país siempre se despreció la educación. Del "vivan las cadenas" al "que inventen ellos" nuestra historia está repleta de afirmaciones vergonzosas de las que sólo nos redimen pinceladas como la Institución Libre de Enseñanza. Saber las cuatro cuentas o juntar dos sílabas era más que suficiente; los libros, de todos es sabido, los carga el diablo. 

Pero por debajo de este ominoso desprecio había mucha gente que anhelaba saber. Mi abuela murió siendo analfabeta, a duras penas sabía escribir su nombre con pulso temblón, como si de una niña se tratara. Se avergonzaba de ello, y esa vergüenza es para mí un orgullo, pues demuestra que ni la vil España fascista que la conminó a una vida iletrada apagó en ella la llama de la conciencia. Murió sin saber, pero lamentando no haber sabido. No es más que uno de los múltiples ejemplos de una generación a la que le robaron la educación, el derecho a saber, a opinar, a creer en un futuro mejor...Sin duda por eso lucharon para que sus hijos estudiaran, para que no tuvieran que bajar la cabeza ni humillarse ante nadie, para que la palabra fuera un arma que esgrimir frente al grito, la orden, el disparo. Cada hijo de obrero que pisaba la universidad era una herida cerrada y una puerta abierta a la esperanza.

Ya sé escribir, no me dirán analfabeta", asegura mujer de 78 que acabó el  colegio | Noticias | Agencia Peruana de Noticias Andina

A nadie escapa que la conciencia del pueblo es el principio del fin del tirano. Un pueblo formado, culto y consciente no se dejará engañar ni pisotear, o no lo hará sin oponer resistencia. Para evitarlo, se puso en marcha un plan. ¿El objetivo? Desmovilizar, desideologizar y desesperanzar a la juventud. Se inicia una campaña de elogio del mediocre, del que prospera sin esfuerzo, del trepa, del corrupto, del listo que se hace a sí mismo a costa de deshacer a tantos. ¿Estudiar? para qué, si las listas del paro están llenas de licenciados que con suerte acabarán sirviendo hamburguesas... ¿Votar? para qué, si todos son iguales y nadie busca más que su beneficio. ¿Luchar? para qué, si aquí lo que interesa es el pelotazo rápido y a vivir del cuento... 

Y lo peor no es que estén ganando, sino que lo están haciendo con nuestra complicidad. En los pupitres, que son como balsas a la deriva, languidecen los adolescentes mecidos por las olas del éxito fácil, sin que nadie les advierta que están rodeados de tiburones que los devorarán sin que puedan oponer resistencia, pues nadie les dio las armas necesarias. Con referentes "culturales" hechos a la medida del vacío, reciben cada día su dosis de mediocridad en forma de tik-tok, de tuit o de video, manejados por estafadores que apuestan todo su futuro a una ruleta trucada. 

Ojalá que nuestros abuelos nos perdonen...



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