COMED BANDERA
Cuando se desató el
horror, y llovió sal y esparció calaveras, los jornaleros hambrientos se agrupaban
en las plazas de los pueblos devastados para mendigar un jornal a los
terratenientes y mitigar el hambre que asolaba a sus familias. Como castigo al
apoyo masivo al bando republicano que se dio entre los campesinos, la respuesta
que solían recibir era “comed República”.
Aquel fue el precio,
terrible e inhumano, que pagaron tantos por haber soñado que era posible un
mundo mejor. Hoy, desideologizados, huérfanos de referentes y asqueados de una
izquierda que ya es casi diestra, los jornaleros, los obreros, los trabajadores
en suma, vuelven la vista hacia el populismo nacionalista. Un populismo que
envuelve en la bandera y en palabras tan altisonantes como vacías de
significado su incapacidad para generar un discurso coherente o siquiera
mínimamente elaborado.
No se trata de estupidez,
sino de desesperación. Y en nombre de esos conceptos vacíos renuncian a sus
derechos, se dejan vencer sin oponer resistencia y se consuelan pensando que la
culpa es de otros. Miran la bandera que ondea al viento y no ven sus propios
pies que se encaminan al abismo. Como animales ciegos persiguen un trapo tras
el que sólo esperan la muerte o la nada.
Los ideales nos mantienen
vivos, pero como escribió Luis García Montero “crecer es ir doblando las
banderas.” Conviene que así sea antes de
que un día los nuevos amos nos miren desde las alturas y en respuesta a
nuestras demandas nos espeten: “Comed bandera.”
Comentarios
Publicar un comentario