SANIDAD POR DERECHO


Son casi las ocho de la tarde y abrimos las ventanas, salimos al balcón, nos asomamos al mundo desolado del confinamiento. De repente, los aplausos atronan por toda la ciudad, por todas las ciudades. Somos nosotros, los ciudadanos que parecen haber tomado conciencia del tesoro que supone nuestra sanidad y los profesionales que la integran. Esos aplausos son para ellos, pero también para nosotros, para todo lo bueno que hemos construido y a lo que tantas veces no le damos valor.

Saldremos mejores de todo esto, hemos aprendido el valor de los servicios públicos y la importancia de defenderlos. Bonitas frases que chocan contra la terca realidad. Hoy, casi dos años después, cuando ya los aplausos se han tornado en amargos reproches, asisitimos impasibles a la degradación de la sanidad pública. No son opiniones, son datos:




- El gasto sanitario en España supone el 9,5% del PIB, lejos del 9,9% de promedio en Europa, y por tanto lejos de la mentira tantas veces repetida de que en España se invierte mucho en Sanidad.

- El gasto por habitante sólo ha crecido en 20 euros en los últimos 10 años.

- La tasa de personal sanitario se mantiene por debajo de otros países europeos (3,9 médicos y 5,7 enfermeros por cada 1000 habitantes) y su remuneración sólo ha crecido un 0,2 % en los últimos 10 años. Nuestros profesionales son insuficientes y mal pagados.

- La tasa de hospitales por habitante se ha reducido hasta los 17,1 por cada millón, cerca de la mitad de la media de la OCDE que es de 29.

- El 60% de los hospitales pertenecen al sector privado, pese a que no hay evidencia de que el concierto con estos hospitales sea más rentable para el Estado.

Frente a todas estas evidencias de pérdida de calidad de nuestros servicios sanitarios, la presión fiscal en España ha aumentado un 5% en los últimos 10 años. La preguta obligada es :¿En qué se están gastando nuestros impuestos?

Desde aquí propongo la creación de una plataforma ciudadana para exigir una intervención de la ciudadanía en la gestión del gasto público, haciéndolo más racional y apostando por la sanidad pública y sus profesionales. 

Es hora de que los aplausos se vuelvan firmas. 

Por tus derechos, por nuestro futuro.

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