Discrepancia y respeto. Carta a una ministra.
Querida Irene Montero. Me separan de usted tantas cosas como me unen. Creo que hay temas en los que está profundamente equivocada y de los que habla con desconocimiento de causa, o más bien conociendo sólo la parte que mejor se ajusta a su causa. Si alguna vez tuviera la oportunidad de decírselo de frente, así lo haría. No soy, por tanto, un palmero que acompañe su música de forma ciega, y quizás por eso le doy más valor a que se haya ganado mi respeto. Respeto su firmeza y su templanza ante los ataques despiadados y deleznables que han puesto en usted su mira. Algo estará haciendo bien para suscitar tanto odio cavernario. Respeto su sensibilidad, el que haga evidente que le hace daño la injusticia, la traición y la cobardía de sus socios de gobierno. Respeto que crea en lo que defiende pese a que no comparto todo lo que defiende. Ojalá muchos otros tuvieran su convicción. Le ha tocado ser el espejo en el que reflejan las miserias y sombras de nuestro país, la diana sobre la que dispa